12/5/12

Entretenidos pájaros en la cabeza tienen los que subidos a las cumbres aman el viento, aman sin esperar nada a cambio...

    
   La buena noticia se produjo como cuando (entre) ellos dos se conocieron, pronto y enseguida dieron cuenta de cuánto podían conseguir sin barrer para casa. Estaban tan ofuscados entre sí que ni cuenta se dieron de quienes los observaban tranquilamente. Como quien mira al horizonte. A la puesta de sol. Sin esperar nada, a cambio, siguieron abrazados ya que nada ni nadie se entrometía.
    De piedra se mantienen y ahí continúan erguidos en abrazo extendido, en abrazo prolongado y sostenido. Tanto él como ella con sus poses lasas tras la espalda se esconde con calma una sensual musculatura de grato brillo y tapiz raspado.
    Amigos, me encuentro en el Laberinto...de pasiones que tanto esfuerzo contiene, retiene, en mi mente. Descubro que las rocas poseen entre sí la particularidad de amarse mucho más allá de lo que las personas podemos. Están fijas, son recias y ahí continúan sin que ningún especulador pedrero las altere.
    El cantero del tiempo que, año tras año, las produjo, ahora las muestra, y ayudándose de colegas erosivos fue transfiriendo a éstas capacidad prosopopéyica para seguir diciendo, contando, cuánto desea. Cuando lo desea, lo que viene en gana.
    Ahora, desciendo, de la mano, apoyándome en los bordes de la pendiente del sendero para regresar a la ciudad, a una macropolis que todo lo envuelve, que todo lo descubre bajo una campana de aliento gris y muerte.
    El recorrido presenta gran variedad de formas, allá donde la natural plasticidad se eleva, nace la imaginación y los ojos descubren otras cosas, otros mundos llenos.
    Tarde singular que contemplando estuve sinuosas formas por todos lados, tantas como la posibilidad que la mente nos permita imaginar.