11/7/14

O *Omenauta I [Iridiscencias sobre Pedriza]

[Iridiscentes nubes Pedriceras]


[Fer se encargó con su móvil de hacer la foto. Gracias Nando]

King Crimson: Exiles
Ecos y *clónicas de la garganta:
Los primeros vuelos nocturnos que aquel homoensoñador , desde su lecho en Oldupay, no fueron un simple giro para calentar la oreja del otro lado y mantener su vigilia por si algún oso cavernoso (o el cavernario semejante) irrumpía el sagrado y familiar interior; en todos los sentidos. Luego, tal vez después (o mucho más tarde; vale, nos vamos al presente), cuando los eones del tiempo climático le fueron proponiendo vestimenta animal. Éste al incorporarse al orto llevaba en su mente la impronta de la ida en su búsqueda fuera de la caverna; aún era pronto para el planteamiento platónico. Recogidos sus enseres y piedras, armas arrojadizas que les ocupaban las manos, se puso en marcha. El bolsillo aún tardaría en llegar y la rueda era una cuestión inventiva que revolucionaría su mundo. Pero no fue hasta la llegada del pantalón vaquero - a la sazón estadounidense, blue jeans - cuando se popularizó tanto como el modo que para beber de las fuentes tenía el desprendido Diógenes.
Erguido sobre la sabana y sin aún conocer lo que supondría ser arropado por ella en sus noches, miró al firmamento y suspiró con alivio cuando todo el conjunto nítido de luces nocturnas le guiñaban susurrando dar el paso que lo llevaría más allá de la ionosfera.  Se marchó.  Marcharon. Unos en grupos o con sus familias; otros en clanes se unieron formando numerosas caravanas y algunos solos. Los terceros, más adelante, irían a comprar tabaco y de ellos jamás se supo. Aún no fumaban, o sí, o no. Está claro que con el humo de sus incipientes hogueras algo tragarían, por lo que eso del tabaco tal vez fuera cuestión de tiempo.
Seguramente aquellos que se dedicaron al ejercicio primigenio del pastoreo sacerdotal sí tuvieran algo que ver en esa extraña y posterior popular costumbre. 
Alegremente célibes como el papado actual, avanzaron a golpes dejando marcados en muchos huesos los cardenales  futuros, para los que necesitaron curas de muchos tipos.
El hombre, homo inventivo, de recursos, homo divertiensis, en este solaz presente que donde puso la bala puso el ojo la desarrolló para que sin temporales extracciones dedicó tan lúdico acto de contemplar muy por encima de sus posibilidades.
El mismo ya con prendas de carbono y fibras ergonómicas se dirige ahora hacia un ilimitado fin incierto de coloridos teoremas y singularidades. Vaga cada noche por sus sueños de astros enormes, de espacios inobservables, desde el que descubrir nuevos viajes horizontales…verticales.
Mientras tanto se conforma con ver esas nubes tan altas y solucionar uno de los planteamientos y dudas que aquel otro, nuestro antecesor africano, miraba cómo alcanzarlas. No es tanto el avance tecnológico como parece, pues en las mentes religiosas se encuentra el sentido retrógrado que frena ese impulso que hace que hasta el mejor reloj retrase. Ni Omega, ni alfa, ni Longines; atómico pulso que siempre estás sujeto a tantas gravedades.
Así, a este paso, poco podemos avanzar y, además, el supersticioso canibalismo se cierne sobre muchos sabios en forma de ésas que reprimen sus ensoñaciones. Un sacrificio, enfermedad, que viaja inherente en el miedo del heredero de aquel primitivo grupo atrochador.
Contemplar estos fenómenos y entenderlos es dejar de ser sonámbulos y despertar en otros mundos, aunque no estén a nuestro alcance. (y aquí también me refiero a la daguerre del exoplaneta)
Un saludo que aunque breve resaluda el doble.

*Variación de homo/home galaico. 
*Crónica desdoblada. Qué procede de otra
[Curiosidades y leyendas pétreas. Neocalcolítico singular]