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Nada se debería haber dejado sin realizar durante las ideas fértiles, luego se desvanecen y ya no vuelven. Se gana experiencia y conocimiento que aunque no se pierde, cuesta mucho más ponerlo en movimiento. Para entonces nuevas proposiciones regresan y , aunque mejoradas, ya no tienen la frescura de otros momentos pretéritos. Con lo físico igual ocurre, es mejor mantener una constancia sin desfallecer que pegar saltos sin ton ni son. Cuando se retoman algunas actividades en paradas prolongadas se debe tener la tranquilidad que reportan los años; pues en caso contrario las lesiones pueden interrumpirlas para siempre.
Determinadas personas tienen la suerte de mantener la memoria con los gustos del pasado y recordando a determinadas matronas que otorgaban el calor necesario para transmitir el tacto sensible en quien pusiesen sus manos. Algunos cetros nos alcanzaron y ahora se transportan testigos deseosos de cumplir con lo pactado.
Sólo el tiempo quebrará la razón cuando impida seguir sosteniéndolo; para entonces ya habrá tiempo de conseguir nuevo heraldo al que educar en el menester mismo de lo anterior.